Maratón de Boston.

Una experiencia única.

Salía desde Boston Common hacia Hopkinton a las 8:20 a.m. en buses que se dirigían en caravana hacia ese destino. 45 minutos de viaje pensando en la ruta, la estrategia, el ritmo, etc. Hasta que decidí mirar a mi alrededor y no pensar más ni en el futuro ni en el pasado. Quise concentrarme en el aquí y el ahora, respirar, escuchar y observar. Me di cuenta que era la única latina en el Bus, que éramos 48 personas y que saliendo de la ciudad, el

paisaje comenzaba a cobrar vida. A mi alrededor árboles enormes, lagunas, casas de maderas con enormes chimeneas la mayoría blancas con techos de color cafés, casas de ladrillos con garajes,

Me hicieron olvidar todo aquello que podía atormentarme sin aún haber salido a correr. Mientras iba en el bus, hice amistad con Danielle una mujer de 39 años, que vive en Kansas y que estaba ahí para hacer su 5ta maratón. Fue muy cordial conmigo y nos reímos bastante, lo que nos hizo olvidar nuestras ansias y nervios y despistar a nuestras mentes. No nos dimos cuenta cuando ya teníamos que bajar del Bus y tuvimos que caminar hacia la partida, pero antes de comenzar y desearnos éxito, nos tomamos unas fotos y nos abrazamos. Ese abrazo me dio fuerzas porque a pesar de no conocerla, me imaginé a todos los que amo y me aferré a sólo un deseo: "Quiero disfrutar esta carrera de principio a fin" poniendo énfasis en cada Kilómetro, por el cual pasaría. No pensar en el km 33 cuando recién llevaba 5.

La mente es muy poderosa, por eso mi estrategia aparte de ir los 1eros 10 kms muy controlada en ritmo, fue mantener mi mente ocupada en el camino, el paisaje, la gente, los gritos, la música, los asados, los grupos, los parlantes, los perritos, etc. Toda la carrera fue un regalo, porque además, la mejor decisión fue haberme puesto mi nombre en la Polera. Desde principio a fin escuchaba con tantas fuerzas mi nombre que mi corazón no daba más de alegría. Una y otra vez en todo el recorrido. Sin darme cuenta había pasado las 4 colinas y en el 34 reía sola porque nunca supe cuál fue cuál subida, pero ya lo había logrado. Debo decir que sonreír en toda la carrera me hizo relajarme; choqué palmas con otros, canté, bailé, grité, subí los brazos. Realmente mi objetivo se estaba cumpliendo. Cuando de repente me acordé de la Charla de Martín Quinteros y pude ver la sorpresa 1 jajajajaja y luego la sorpresa 2. Doblando la esquina , y para terminar la recta final. Ya venía con lágrimas en los ojos, el maratón se me iba y yo solo daba gracias por estar ahí. Sin duda la estrategia había funcionado para mi y Boston me hizo sentir como en ninguna otra carrera.

Las personas que elegí para que me acompañaran en los tramos según dividí la carrera, fueron muy certeros. Sus personalidades me ayudaron mucho para ir enfrentando cada etapa. Uno a la derecha e izquierda y haciendo los relevos mientras avanzaban los kms. Ellos y cada uno saben quienes son.

Cuando crucé la línea de meta, fue tanta la emoción que no pude contener el llanto. Tanto tiempo en Pandemia, tanto tiempo sin hacer una carrera y yo ahí aplaudiendo por esta tremenda experiencia.

Al maratón se le respeta, es una distancia que dependiendo de su ruta, debe ser estudiada.

Hay cosas que no dependen de nosotros como lo es el clima, pero si algo así nos llegara a pasar, siempre debemos tener un plan B. Asegurar y llegar bien quizás sea mejor que morir en el intento.

Yo no soy experta en maratones ni mucho menos, pero les cuento mi experiencia porque sé que a muchos les podría ayudar. Hay personas que se estresan, no duermen, no comen, lo pasan mal y peor aún si no logran el objetivo que tenían en mente se frustran.

Siempre queda un aprendizaje y siempre tendremos otra oportunidad de corregirlo. Pero recuerden que si el objetivo que tanto anhelamos, va tomada de la mano con disfrutar, la combinación entonces sería perfecta.